Quercus va al grano. Y lo hace desde la primera página. No, lo hace desde el mismo titulo que ya nos adelanta una historia universal pero única, la que él nos va a narrar aunque a nosotros nos vaya a recordar a la nuestra o a otras muchas que sabemos ciertas porque los que las vivieron no pudieron dejar de contárnoslas. Pero ésta que vive en Quercus, es única y así nos la hace vivir su autor.  Tras un par de páginas que desbordan belleza en las que se nos describe el otoño por su mutismo de pájaros, y su explosión de colores, y para que nos habituemos al olor y a la luz de la historia que vamos a leer, el autor ya nos presenta a Abel a quien de inmediato quisiéramos tomar de la mano. Y nos lo pone a correr solo unas pocas paginas después. Después de haber presenciado lo que jamás debería haber ocurrido, lo que no va a olvidar en toda su vida, lo que le va a convertir en un hombre salvaje que no acabábamos de entender cómo hacer para no perder la razón.  Corremos con él, respiramos con él, y con él nos intentamos proteger de un dolor que por momentos nos lleva a rabiar. Todo lo que viene a continuación es una cascada de sentimientos, de emociones que te enfrentan con la vida que ha pasado pero que no acaba de pasar, con el frío extremo y el calor sofocante de los campos de castilla, con un coro de voces que te estremecen página sí y página no, por lo que viven y por lo que no viven y deberían vivir. El dolor y las adversidades que son de Abel pro son nuestras porque nos siguen corriendo en la sangre y porque el autor, Rafael Cabanillas Saldaña, con su prosa potente y al mismo tiempo delicada consigue hacérnosla sentir así.  Quercus no es otra novela sobre la guerra civil, Quercus es una novela sobre el hombre, el campo, la dignidad, la soberbia, la avaricia. Quercus es una novela  sobre una España en la que viven hombres que se empeñan y consiguen sobrevivir. Cuando  leí esta novela por primera vez, tuve necesidad de hacerlo, de volver desde la última página a la primera, sentí que se acabara la historia y la certeza de que había dejado detalles, pero sobre todo por la necesidad de volver a acompañar a Abel y a todos los personajes en ese trayecto doloroso y esperanzador que habían sido cada una de las historias que acababa de leer. Ahora que el libro alcanza una merecidísima segunda y primorosa edición gracias a la impecable labor de Cuarto Centenario, me ha vuelto a ocurrir ese deseo de volver a la primera página para volver a vivir toda la historia, todas las historias que Rafael Cabanillas Saldaña ha querido guardar en las páginas de este libro, que pienso sinceramente que todos deberíamos leer, por la calidad del lenguaje con el que está escrito y por la veracidad de una historia que muy bien puede y no debería volver a ocurrir.  Quercus me ha devuelto la fe en la literatura, en el quehacer de quienes consiguen que el lenguaje nos lleve y nos traiga por caminos que antes ni se nos había ocurrido recorrer. Rafael Cabanillas Saldana lo hace, nos lleva por el campo, por la guerra, por el interior de quienes sufren pero no quieren sucumbir, Rafael Cabanillas Saldaña nos estremece y nos deja pensando, quién sabe si queriendo o sin querer, en una historia que es única aunque nos recuerde otras muchas que ocurrieron en una España que por mi propia historia conozco tan bien.

Quercus va al grano. Y lo hace desde la primera página. No, lo hace desde el mismo titulo que ya nos adelanta una historia universal pero única, la que él nos va a narrar aunque a nosotros nos vaya a recordar a la nuestra o a otras muchas que sabemos ciertas porque los que las vivieron no pudieron dejar de contárnoslas. Pero ésta que vive en Quercus, es única y así nos la hace vivir su autor. 
Tras un par de páginas que desbordan belleza en las que se nos describe el otoño por su mutismo de pájaros, y su explosión de colores, y para que nos habituemos al olor y a la luz de la historia que vamos a leer, el autor ya nos presenta a Abel a quien de inmediato quisiéramos tomar de la mano. Y nos lo pone a correr solo unas pocas paginas después. Después de haber presenciado lo que jamás debería haber ocurrido, lo que no va a olvidar en toda su vida, lo que le va a convertir en un hombre salvaje que no acabábamos de entender cómo hacer para no perder la razón.  Corremos con él, respiramos con él, y con él nos intentamos proteger de un dolor que por momentos nos lleva a rabiar. Todo lo que viene a continuación es una cascada de sentimientos, de emociones que te enfrentan con la vida que ha pasado pero que no acaba de pasar, con el frío extremo y el calor sofocante de los campos de castilla, con un coro de voces que te estremecen página sí y página no, por lo que viven y por lo que no viven y deberían vivir. El dolor y las adversidades que son de Abel pro son nuestras porque nos siguen corriendo en la sangre y porque el autor, Rafael Cabanillas Saldaña, con su prosa potente y al mismo tiempo delicada consigue hacérnosla sentir así. 
Quercus no es otra novela sobre la guerra civil, Quercus es una novela sobre el hombre, el campo, la dignidad, la soberbia, la avaricia. Quercus es una novela  sobre una España en la que viven hombres que se empeñan y consiguen sobrevivir.
Cuando  leí esta novela por primera vez, tuve necesidad de hacerlo, de volver desde la última página a la primera, sentí que se acabara la historia y la certeza de que había dejado detalles, pero sobre todo por la necesidad de volver a acompañar a Abel y a todos los personajes en ese trayecto doloroso y esperanzador que habían sido cada una de las historias que acababa de leer. Ahora que el libro alcanza una merecidísima segunda y primorosa edición gracias a la impecable labor de Cuarto Centenario, me ha vuelto a ocurrir ese deseo de volver a la primera página para volver a vivir toda la historia, todas las historias que Rafael Cabanillas Saldaña ha querido guardar en las páginas de este libro, que pienso sinceramente que todos deberíamos leer, por la calidad del lenguaje con el que está escrito y por la veracidad de una historia que muy bien puede y no debería volver a ocurrir. 
Quercus me ha devuelto la fe en la literatura, en el quehacer de quienes consiguen que el lenguaje nos lleve y nos traiga por caminos que antes ni se nos había ocurrido recorrer. Rafael Cabanillas Saldana lo hace, nos lleva por el campo, por la guerra, por el interior de quienes sufren pero no quieren sucumbir, Rafael Cabanillas Saldaña nos estremece y nos deja pensando, quién sabe si queriendo o sin querer, en una historia que es única aunque nos recuerde otras muchas que ocurrieron en una España que por mi propia historia conozco tan bien. 

Comentarios